martes, junio 5

Como un tango

Aquel martes al anochecer, me faltó el calor de tu mirada -no te olvides de mi- porque cada que caías detrás del púrpura sonido de la noche que llegaba, yo mecía entre mis brazos una simple ilusión llana, y tanto descaro para nada.

No deseaba pensar en todo ese tormento, pues esperaba que comprendas que aquél martes antes de que caiga la noche, me faltó el calor de tu sonrisa -no te olvides de mí- y entre las orillas de la tarde, cuando se iluminaba el violáceo tinte que se arrodillaba a los pies de las montañas, las luces grises y quebradizas impidieronme crecer, y salió la luna a pulir con su tibia faz cada puñado de razón -y las almas tiernas salieron a caer por aquél puente- vi tu gratitud, y detrás de tus ojos no paró de llover.

Entre paces fantasmales apuntó el sol de manera locuaz, sus sórdidas palabras nos hicieron temblar, entre luces de neon te redibujaste cuando por entre la ventana un vapor de aire se suspendía sin gravedad ni fuerza. Una penumbra escapo por el amanecer, porque llegaste sin cadenas a deterner las barreras que surgían por entre el paraíso, te vi llegar como te vi estrellada, en la frívola noche, te dedicaste a perder... No te olvides de mí.

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