martes, mayo 15

La espuma de la angustia acompaña a todos los viejos barrotes de esta carcel que se contrae en el llanto de las espesas cumbres que coronan nuestro vasto universo; le llamaste noche pedregosa, en honor a las viejas memorias que te traen dormida cada segundo próximo a nuestra muerte; en honor al agua que te lleva para resucitar los sábados por la mañana. Tu sendero de penas desaparece cuando acompañas con tu caminar esas insípidas canciones que me atrevo a cantar desde el oscuro fondo de mi hundida realidad. Cuando te encuentras entre las líneas nuevas de cada compás acortado, te haces piedra de nuevo.

Eres del tipo de seres humanos que no gustan de volar, prefieres la seguridad de la tierra. Mientras corres, caminas o descansas, muy en el fondo, sientes un anhelo que evoca al aire, prestas tus deseos a las lámparas incandescentes cargadas de soledad. Se nos quiebra el alma, entre mil tribulaciones nos encontramos con aquellos humanos denesnables que fuimos; pero después de todo, el brillo del sol terminó socarrando nuestras pupilas, y pudimos ver de nuevo el mundo que amábamos, el lugar donde podíamos sentirnos en casa... y ya nada se siente frío.

Es el amanecer de un martes, apenas y pude contra el insomnio... y vivo pensando en el olvido. las espinas de la memoria a veces se hacen realmente pesadas... y otras veces se desconecta el mundo.

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