domingo, octubre 28

Cuando entrego mi visión a las manos de la oscura tristeza -de todo lo que cambia, viene y va- es cuando comienzo a pensar en que cada uno de los resquicios de mi alma, cada uno de esos agujeros esparcidos a traves de la noche, son pequeños vórtices que se llenan de estrellas que brillan en tu color. Entonces todo se impregna del tibio aroma de tus mejillas, más allá de lo que soñé alguna vez, más allá de lo que deseo, estás vos -de carne y hueso- cuando la tristeza oscurece en el portal de la mañana, me viene a la mente tu figura, tu cuerpo y la vida entera.

Cuando se dispone de mi alma en el infierno, cuando me quemo entre esos turbios pecados que cargo, cuando sucede la secuencia de imágenes que atormentan mi frío pasado, cuando todo es silencio, un secreto murmullo me habla -se escucha tu voz- un sosegado hablar, la luz de la luna que te circunda, tu sonrisa inolvidable, y me despierto por un instante -te miro a los ojos- y es inutil seguir soñando contigo a mi lado acompañanado mi soledad. Entonces de nuevo, caminas a mi lado -y va un millón de pasos que avanzamos, pero siempre parecen los primeros- Y así va apagandosé cada día.

Y en este agujero negro sin paralelo, te espero en la noche, me siento y cierro los ojos para sorprenderme al oirte llegar. Aunque me sorprendes siempre que llegas. En este agujero negro, todo parece brillar

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