sábado, agosto 2

Imagen al tacto

A Polífemo le sangra la vista.

Galatea no era el cielo, ni el silencio, ni la lluvia; no era trino de albas eternos ni rocío de noches efímeras; no era canto de luna ni metáfora de crepúsculos tibios; Galatea era suave armoniosa y bella, escribía en las paredes, escribía con voces que retumbaban un blanco espesor de la niebla, cuando ambos (Polífemo y Galatea) solían ser libres.

Galatea era la rebelión, y sus manos se empeñaron en escribir historias que escriben solamente aquellos que callan; después de todo, Galatea era una mujer que nacía cada día, y se elevaba en el denso aire que respiraban los demás seres que como ella se encontraban atrapados en la respiración artificial que nos impone el mundo. Galatea solo escribía su voz, sin palabras, sin frases ni versos, Galatea escribía en las paredes sin la necesidad de escribir.

Polífemo busca con fruición las imágenes que quedaron grabadas en los muros de piedra... lo que pase después, es solo cuestión de tiempo.

-Polífemo teme darse por vencido-

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