martes, abril 15

Imagen del adios

El viento a kilómetros de distancia te lleva sola en la lejanía, te cierra los labios y te escucha cantar una canción que es un canto turbador y silencioso. Me ves desde tu escondite que ahora es el infinito, me haces las mismas señales que me hacían reir, y en tus ojos pueden verse ahora pequeños retazos del cielo donde te buscan las demás miradas -mas tú no estás ahí- Te esparces por los ramales de cada imagen que te mira desde dentro, que nos hace verte ahí, donde ya no estás.

Tu viento, en ternura, apagó la estela que nos circundaba hace tiempo atrás, estela que nos hacía visibles en las tardes de sábado en que tu sonrisa inolvidable se hacía cada vez más brillante; tu viento en soledad te susurra ahora mis palabras al oido, te dice que no te olvido, que no te pierdo. Y todo lo que puedo decir se pierde entre las hojas agonizantes de este abril otoñal desde donde te espero, donde espero que vuelvas a sonreir una vez más. Pero tú no vuelves.

En tu voz puedo presentir el silencio y la calma de tus labios encarnados; en tu visión puedo sentir y ver que no te veo, que veo el límite verdoso que te lleva lejos en la distacia, que te escapa como nosotros escapamos alguna vez; y se me escapa tu fugáz hálito que me mira desde el espejo, donde alguna vez soñe hallarte cuando mis imágenes se convertían en mis huesos; estos huesos que ahora desean seguirte en la estela que describe tu cintura, en la suavidad de tus manos que me acariciaban el rostro, o en el brillo marrón de tus ojos abiertos de par en par, tal como lo hacías antes de suspirar en el silencio acuoso de la frontera azulada.

La montaña se tiñe en cantares de oscuridad plateada, en caminos y atajos que desencadenan mi tristeza que es además la tristeza de las hojas, que te recuerdan caminando a mi lado tomando mi mano con tus dedos alargados; y la melancólica luz que ahora me ilumina no te iluminará más cuando estes caminando por la senda oscura a mi lado, buscando un lugar donde habitar, un lugar al cuál pertenecer, un lugar donde el frío se hace fuego que te espera en silenciosa paciencia.

-mi paciencia que te dice que te espero-

Vos eres la imagen del adiós, te pintas en cada arteria que palpita con fuerza en mi recuerdo abrumado; y desde el amanecer me hablas, diciendome que lo que quiera que signifique la constelación del cielo en tu nombre, significa tu presencia sempiterna en un retazo de mi alma; en un retazo donde crecen las flores de papel y las estrellas modulares. Sé mi propia despedida y yo seré la tuya cuando puedas hablarme en el silencio.

Eras, eres y serás... que estés bien donde quiera que estés; espérame al otro lado de la membrana.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Simplemenet hermoso!! que te puedo decir tienes el don, la magia y todo lo necesario para que tus palabras hagan palpitar a cualquiera, me alegra la existencia de este Blog,y estoy segura que trasciende distancias infinitas
un abarazo
Vale

Adrián dijo...

Hermoso lenguaje...

Azael dijo...

la imagen, y la mirada... mi hermano como siempre le haces homenaje a este oh! menajeado y muy maltratado negocio de la escritura... te dejo un abrazo
y que tu abril sea de letras y paz

PD tngo un txto más interesant q el último q leiste jeje un abrazo... de tieeeeempo

Fer dijo...

Muy bueno el post, lleno de nostalgias y sentimientos fuertes... Me gusta, transmite mucho...

un beso grande Raúl