sábado, mayo 26

Fantasma

Fantasma, como quieras venir a atormentarme, adelante, que mi ser no tiene fuerza necesaria para luchar contra tu halo tenebroso. Tal parece que estas heridas no han sanado todavía, solías estar presente cada que tu calor disipaba al olvido; ahora tu voz cambia con todo este dolor que se hace real en tu timepo y en tus manos. Ayer que cuidabas mi pasado, te iluminaba una prístina luz; ahora, espectro hecho anécdota, has venido para llevarte mi sosiego. Desde que matas inocente, desde que con los ojos cerrados te escapas en agosto, la voz de tu sangre seca se compone en idilios completamente inasequibles. ¿Por qué no vienes a mí? Pobre ser inmortal.

Tu rostro es turbio, desencajado. Tus manos manejan una marioneta que está compuesta por cuerdas increíblemente diminutas bajo una tensión inmensa, que vibran y giran en un superespacio. Fantasma de nuevo, y hasta que te quieras ir. Te devaneas cerca mío, atemorizando mis silencios con tu devastador canto, te ciernes entre la soledad y caminas a mi lado por las calles oscuras y abandonadas. No puedes ser feliz. Mi camino es el sendero del loco. Tuve que encontrarte, y decirte que te necesitaba, solo para desgarrar las auroras con tus secretos sempiternos de fantasma escondido, espíritu dormido. Tuve que decirte que sería facil, ahora, te comes mi pena, me persigues y me desesperas el alma.

Con tus ojos ennegrecidos, en el séptimo pétalo del viento, entre la red y la telaraña, entre tus manos y las mías, fantasma, tú mueres en mis deseos. Pero ya no estás vivo, de cerca te trajeron tus pies caminantes, tocaste el infinito con un solo dedo. Te ves escondido y sin embargo, ya ves, no somos más que pequeños granos de arena blanda que yace entre las olas de un mar embravecido, caemos hasta el agua que profunda se convierte en espuma. Extrañas tu hogar y vienes a atormentarme de nuevo, viejo fantasma, la canción que cantas en tus oscuras noches me mata. Tu sangre ajena corre entre mis venas demacradas, fantasma, despareces, y me ves nacer de nuevo.

La herida en el cristal de tu más reservado recuerdo se abre en un grito un tanto desesperado. Entre cuerpos amorfos nos perdimos, cuando tus días se detuvieron de repente, mientras los otros seguían con los ojos cerrados, tú, fantasma, abriste los tuyos y tu pecho súbitamente se llenó de luz que caía, descendía y moría para abrirse de par en par tu alma. Un día llegaste a mí, y no te vi llegar. Hoy tal como ayer me enseñas a desaparecer, de tanto odiarte termine por necesitarte, aunque vuelvas siempre para hacerme infeliz. Fantasma, no te alimentes de esta tristeza.

Ya no puedo morir, y desde un día que me encontraste triste entre las calles abandonadas, sueles no abandonarme, usualmente te vas y generalmente vuelves, me miras a los ojos y me dejas temblando, y caminas. Caminas a mi lado como si ella estuviese de nuevo aquí.Caminas ansioso, no respiras y miras al cielo, te deseperas. Ahora que sabes que ella se ha ido, que no canta, que se ha dormido; ¿Sabes fantasma? ella ya no te recuerda.