domingo, octubre 19

Us and them

Comenzaron a envejecer, y observaron sus reflejos en el manantial del hambre y la espera, y en cada pliegue de la piel recordaron a sus muertos. Entre el sol que regaba el zaguán se podía escuchar que una oración se levantaba de sus labios fríos, de sus bocas en la tarde tibia de la pequeña melancolía. Y sin pensarlo, como un escape hacia un cielo de pseudolibertad, se entregaron al recuerdo, cuando ya no había nada más que hacer, nada más que pedir, nada más que perder ni nada más que ganar.

Surtió efecto entonces la dosis del mar que congelaba sus ideas, surtió la alquimia de un dios decadente de la espera, el mismo dios que los adormeció mientras unos brazos invisibles e indisolubles se arremolinaban víctimas del impulso que los llevó a olvidarse mutuamente mientras estaban juntos; mientras comenzaba un breve torbellino en su peregrinar de renacer en la sonrisa que los devoraba poco a poco. De cara a las llamas de un fuego estruendoso que inventaba las palabras que no se dicen, y las caricias que no se dan, en los besos que no existen, frente al fatuo fuego, fueron fuertes mientras sus cenizas de hueso se rodeaban mutuamente; y uno, y dos, y tres tormentos y quizás más, pudieron oírse en sus labios, pero ya nadie pudo borrarlos del amanecer en el que se pintaron el uno al otro en los colores que eran el más vivo reflejo de aquello que más los hacía temblar en el anochecer.

-¿quién eres tú?-
-soy quien desde hace tiempo te ha buscado-
-no soy yo lo que buscas-
-si no eres tú, no hay nadie-
-no hace falta, yo también busco a alguien-
-permitirme amanecer en tus brazos, mañana ya veremos qué hacemos-
-estás mal-
-tu también-

Y envejecieron juntos durante ese instante, intentando realizar en palabras lo irrealizable, intentando nombrar lo innombrable cantaron para alcanzarse mientras sangraban el uno en los brazos del otro. Hacia el alba que despuntaba por la mañana, sus voces en melodía crujieron en un reflejo de rayo de sol que se coló por entre las nubes de lluvia; y los pliegues en la piel les recordaron que cuando es el final, todo ha terminado.